Capítulo Veintidós.
-Momentos-
Había pasado exactamente tres semanas desde nuestro incidente con Justin. Parece que él no se acuerda de nada, en este momento agradezco a dios y a todos los santos que él haya tomado muchas cervezas, si no, no sabría qué hubiera pasado con nuestra amistad.
Por un lado me parece genial que no se acuerde de nada, pero por otro lado no. Yo quisiera que algún día él se enterara que pasó con nosotros esa noche. Me arrepiento, pero no tanto. Me enfada que él no sepa nada, pero de todas formas no le voy a contar porque estaría en juego nuestra amistad, y yo no quiero echar a perder lo único que nos queda.
Tenía los días contado para irme de esta casa. La verdad la había pasado muy bien. Me encanta saber que ese Justin de Canadá sigue. Todo el mundo decía que se le había subido la fama a la cabeza, pero nada que ver. Él sigue siendo el niño que yo conocía desde niña. Y eso me encantaba.
Todos nosotros pasamos las mejores vacaciones del mundo. Todas las noches Revivíamos viejos tiempos contando nuestras anécdotas y acordándonos de nuestras travesuras juntas. Amaba estar junto a ellos, amaba que todos estuviéramos juntos, pero todo buen momento tiene su fin.
Estaba dispuesta irme hacía Canadá sin decirle nada a Justin sobre lo que pasó la noche de Halloween. Me negaba rotundamente a decirle. Igual él no se acuerda de lo que pasó esa noche.
{…}
Me encontraba haciendo las valijas para tener todo listo. Sólo nos quedaba una semana y no quería olvidarme de nada aquí en la casa de Justin.
Muchos rumores salieron en este último mes. Era sobre Justin y de mí. Según los paparazzi yo había vuelto con él y tuvimos varios encuentros en su casa. ¡Ilusos! Me estoy quedando en su casa junto con nuestros amigos. Solo vinimos a pasar un mes de descanso aquí, pero ellos especulaban cosas sin sentido. Aunque esos “encuentros” fueron ciertos, pero solo fue unos y no estábamos conscientes de lo que hacíamos.
Últimamente me pongo a pensar cual sería la reacción de Justin si se enterara que los dos estuvimos en la misma cama y no fue para dormir. Seguramente se pondría mal o no. La verdad no podría responderme esa pregunta, porque habría varias respuestas.
{…}
El día se había pasado muy rápido, más rápido de lo común. Seguramente fue porque yo pasé la mayoría del día llevando mi ropa al lavadero de la casa de Justin y acomodando mis cosas personales. Los chicos habían estado jugando todo el día al ping pon en el patio, junto a la gran piscina. La verdad yo no podría desperdiciar toda mi tarde jugando al ping pon, es aburrido y complicado.
Me acerqué al gran balcón que tenía en mi habitación para disfrutar de la hermosa vista que tenía del atardecer. Una mezcla de colores y la desaparición lentamente del sol se hacían visibles. Era algo inexplicable, daba gracias de poder ver eso grandioso espectáculo que tenía frente a mis ojos.
Dos golpes me hicieron apartar mi vista hacia el horizonte. Me dirigí hacia la puerta para ver quién era el que me llamaba. Tomé la manija de metal frío para luego abrir la gran puerta. Era Justin. Él estaba parado frente de mi puerta con una gran sonrisa plasmada en su fino rostro. Llevaba puesto un pantalón negro corto de gimnasia que dejaba a vista una gran parte de su bóxer rojo, iba acompañado por unas supra rojas, estaba sin camisa y llevaba su pelo dorado alborotado. Eso le hacía ver más deseable de lo normal.
Su visita me sorprendió un poco, ya que nunca él me viene al cuarto.
- ¿Ya terminaste de hacer tus cosas _____? Queremos que bajes para cenar- Dijo con su infaltable sonrisa perfecta. Yo no respondí, solo salí del cuarto para cerrar la puerta detrás de mí y bajar junto con amigo.
Al llegar a la sala lo primero que vi fue a mis tres amigos sentados alrededor de la mesa de desayuno con el teléfono en mano. Apenas aparecimos Justin y yo, todos elevaron sus miradas hacia nosotros.
- Hasta que llegan. Te juro _______ si, sigues tardando por cualquier cosa todos nosotros vamos a comer solos y tú te vas a quedar sin comer.- Dijo Ryan señalándome con su dedo índice.
-No tardamos nada Ryan. Y para tu información señalar es de mala educación. –Dije con un tono burlón en mi voz.
-Golpe bajo.- Murmuró Chris apenas audible, pero todos logramos escuchar. Yo solo me limité a guiñar mi ojo derecho en dirección hacia mi hermano.
Una hora más tarde todos nos encontrábamos en el patio trasero sentados en el corto y suave pasto. Ya habíamos cenado, por lo cual ahora solo íbamos a charlar y revivir viejos tiempos como lo venimos haciendo hace tres semanas.
- Estoy aburrida. - Exclamé sobándome mi panza hinchada por haber comido tres rebanadas de pizza.
-Yo también. – Contestaron todos al unísono. Haciendo que todos soltáramos unas pequeñas risas.
- Y si jugamos al juego de la botella. – Dijo mi hermano. Todos soltamos una mirada confusa.
-Chris, es imposible que podamos jugar. Hay una sola chica y esa soy yo. Salvo que ustedes se besen. – Dije bromeando para luego escuchar las carcajadas de los chicos.
Vimos como Justin se paraba de golpe y entraba hacia la casa. Todos nos miramos confusos. No sabía si yo había dicho algo malo o no, pero algo debí haber dicho para que él se levantara de esa forma. Nos quedamos sentados callados hasta que vimos aparecer a Justin con una guitarra en su mano. Él tomó su lugar junto a nosotros y comenzó a tocar.
Solo nos faltaba la fogata y la playa para estar igual que antes.
Cuando nos íbamos de vacaciones todos juntos, siempre alguno de nosotros llevaba una guitarra para tocar en la noche junto a una fogata y acompañado del ruido de las olas del mar chocar contra las rocas. Esos eran los mejores momentos. Ahí todos disfrutábamos de nuestra compañía.
Pasamos toda la noche tirados en el pasto del patio de la casa. Cantamos todas las canciones que antiguamente cantábamos.
El sueño se apoderaba de todos nosotros, por lo cual decidimos que ya era hora de irse a dormir. Todos juntos nos dirigimos hacia la planta alta y allí recién separarnos, para que cada uno entrara a su cuarto.
Me cambié de ropa, para ponerme mi pijama que consistía en un short rosa con corazones rojos y una remera de tirantes con el mismo estampado que el short. Estaba atando mi cabello en una cola de caballo, hasta que escuché que algún tocaba la puerta de mi habitación. Me dirigí hacia la puerta y la abrí, para luego encontrarme con Ryan. Me hice hacía un lado para darle permiso a que entrara. Cerré la puerta y lo miré. Él no dijo nada. No sabía para que había venido hasta mi habitación, entonces abrí mi boca para decir algo, pero antes de que saliera alguna palabra el comenzó hablar.
- _______ venía para pedirte disculpas por lo de hoy. –Dijo mirándome con sus grandes y celestes ojos.
- Ryan si hay alguien que tenga que pedir disculpas soy yo. Igual yo lo tomé como si estuviéramos bromeando. Quédate tranquilo. ¿Ahora tú me perdonas?- Dije con una sonrisa en mi rostro.
-Sí, te perdono tonta, pero si tú me perdonas. –Dijo con una sonrisa burlona.
-Sí, te perdono Ryan. –Dije, para luego devolverle con una gran sonrisa. Seguramente mi sonrisa era más grande que la del gato de Alicia en el País de las Maravillas. Después de nuestras disculpas Ryan se retiró de mi cuarto sin antes darme las buenas noches, a lo cual yo se la devolví.
Me recosté sobre la cama y me puse a procesar todo lo que había pasado en el día. No había estado todo el día con los chicos, estuve todo el tiempo encerrada en la habitación. Ahora me arrepiento, porque no siempre tenemos estos momentos, y si los tenemos son sin Justin.
Ahora mismo me estaba reprochando todo. Tengo que pasar más tiempo con ellos, aunque no me guste jugar al ping pon. Es la última semana que pasamos todos juntos y hay que disfrutar lo más que podamos. Y así fue como caí en un profundo sueño, pero con una gran sonrisa dibujada en mi rostro.
Tenía los días contado para irme de esta casa. La verdad la había pasado muy bien. Me encanta saber que ese Justin de Canadá sigue. Todo el mundo decía que se le había subido la fama a la cabeza, pero nada que ver. Él sigue siendo el niño que yo conocía desde niña. Y eso me encantaba.
Todos nosotros pasamos las mejores vacaciones del mundo. Todas las noches Revivíamos viejos tiempos contando nuestras anécdotas y acordándonos de nuestras travesuras juntas. Amaba estar junto a ellos, amaba que todos estuviéramos juntos, pero todo buen momento tiene su fin.
Estaba dispuesta irme hacía Canadá sin decirle nada a Justin sobre lo que pasó la noche de Halloween. Me negaba rotundamente a decirle. Igual él no se acuerda de lo que pasó esa noche.
{…}
Me encontraba haciendo las valijas para tener todo listo. Sólo nos quedaba una semana y no quería olvidarme de nada aquí en la casa de Justin.
Muchos rumores salieron en este último mes. Era sobre Justin y de mí. Según los paparazzi yo había vuelto con él y tuvimos varios encuentros en su casa. ¡Ilusos! Me estoy quedando en su casa junto con nuestros amigos. Solo vinimos a pasar un mes de descanso aquí, pero ellos especulaban cosas sin sentido. Aunque esos “encuentros” fueron ciertos, pero solo fue unos y no estábamos conscientes de lo que hacíamos.
Últimamente me pongo a pensar cual sería la reacción de Justin si se enterara que los dos estuvimos en la misma cama y no fue para dormir. Seguramente se pondría mal o no. La verdad no podría responderme esa pregunta, porque habría varias respuestas.
{…}
El día se había pasado muy rápido, más rápido de lo común. Seguramente fue porque yo pasé la mayoría del día llevando mi ropa al lavadero de la casa de Justin y acomodando mis cosas personales. Los chicos habían estado jugando todo el día al ping pon en el patio, junto a la gran piscina. La verdad yo no podría desperdiciar toda mi tarde jugando al ping pon, es aburrido y complicado.
Me acerqué al gran balcón que tenía en mi habitación para disfrutar de la hermosa vista que tenía del atardecer. Una mezcla de colores y la desaparición lentamente del sol se hacían visibles. Era algo inexplicable, daba gracias de poder ver eso grandioso espectáculo que tenía frente a mis ojos.
Dos golpes me hicieron apartar mi vista hacia el horizonte. Me dirigí hacia la puerta para ver quién era el que me llamaba. Tomé la manija de metal frío para luego abrir la gran puerta. Era Justin. Él estaba parado frente de mi puerta con una gran sonrisa plasmada en su fino rostro. Llevaba puesto un pantalón negro corto de gimnasia que dejaba a vista una gran parte de su bóxer rojo, iba acompañado por unas supra rojas, estaba sin camisa y llevaba su pelo dorado alborotado. Eso le hacía ver más deseable de lo normal.
Su visita me sorprendió un poco, ya que nunca él me viene al cuarto.
- ¿Ya terminaste de hacer tus cosas _____? Queremos que bajes para cenar- Dijo con su infaltable sonrisa perfecta. Yo no respondí, solo salí del cuarto para cerrar la puerta detrás de mí y bajar junto con amigo.
Al llegar a la sala lo primero que vi fue a mis tres amigos sentados alrededor de la mesa de desayuno con el teléfono en mano. Apenas aparecimos Justin y yo, todos elevaron sus miradas hacia nosotros.
- Hasta que llegan. Te juro _______ si, sigues tardando por cualquier cosa todos nosotros vamos a comer solos y tú te vas a quedar sin comer.- Dijo Ryan señalándome con su dedo índice.
-No tardamos nada Ryan. Y para tu información señalar es de mala educación. –Dije con un tono burlón en mi voz.
-Golpe bajo.- Murmuró Chris apenas audible, pero todos logramos escuchar. Yo solo me limité a guiñar mi ojo derecho en dirección hacia mi hermano.
Una hora más tarde todos nos encontrábamos en el patio trasero sentados en el corto y suave pasto. Ya habíamos cenado, por lo cual ahora solo íbamos a charlar y revivir viejos tiempos como lo venimos haciendo hace tres semanas.
- Estoy aburrida. - Exclamé sobándome mi panza hinchada por haber comido tres rebanadas de pizza.
-Yo también. – Contestaron todos al unísono. Haciendo que todos soltáramos unas pequeñas risas.
- Y si jugamos al juego de la botella. – Dijo mi hermano. Todos soltamos una mirada confusa.
-Chris, es imposible que podamos jugar. Hay una sola chica y esa soy yo. Salvo que ustedes se besen. – Dije bromeando para luego escuchar las carcajadas de los chicos.
Vimos como Justin se paraba de golpe y entraba hacia la casa. Todos nos miramos confusos. No sabía si yo había dicho algo malo o no, pero algo debí haber dicho para que él se levantara de esa forma. Nos quedamos sentados callados hasta que vimos aparecer a Justin con una guitarra en su mano. Él tomó su lugar junto a nosotros y comenzó a tocar.
Solo nos faltaba la fogata y la playa para estar igual que antes.
Cuando nos íbamos de vacaciones todos juntos, siempre alguno de nosotros llevaba una guitarra para tocar en la noche junto a una fogata y acompañado del ruido de las olas del mar chocar contra las rocas. Esos eran los mejores momentos. Ahí todos disfrutábamos de nuestra compañía.
Pasamos toda la noche tirados en el pasto del patio de la casa. Cantamos todas las canciones que antiguamente cantábamos.
El sueño se apoderaba de todos nosotros, por lo cual decidimos que ya era hora de irse a dormir. Todos juntos nos dirigimos hacia la planta alta y allí recién separarnos, para que cada uno entrara a su cuarto.
Me cambié de ropa, para ponerme mi pijama que consistía en un short rosa con corazones rojos y una remera de tirantes con el mismo estampado que el short. Estaba atando mi cabello en una cola de caballo, hasta que escuché que algún tocaba la puerta de mi habitación. Me dirigí hacia la puerta y la abrí, para luego encontrarme con Ryan. Me hice hacía un lado para darle permiso a que entrara. Cerré la puerta y lo miré. Él no dijo nada. No sabía para que había venido hasta mi habitación, entonces abrí mi boca para decir algo, pero antes de que saliera alguna palabra el comenzó hablar.
- _______ venía para pedirte disculpas por lo de hoy. –Dijo mirándome con sus grandes y celestes ojos.
- Ryan si hay alguien que tenga que pedir disculpas soy yo. Igual yo lo tomé como si estuviéramos bromeando. Quédate tranquilo. ¿Ahora tú me perdonas?- Dije con una sonrisa en mi rostro.
-Sí, te perdono tonta, pero si tú me perdonas. –Dijo con una sonrisa burlona.
-Sí, te perdono Ryan. –Dije, para luego devolverle con una gran sonrisa. Seguramente mi sonrisa era más grande que la del gato de Alicia en el País de las Maravillas. Después de nuestras disculpas Ryan se retiró de mi cuarto sin antes darme las buenas noches, a lo cual yo se la devolví.
Me recosté sobre la cama y me puse a procesar todo lo que había pasado en el día. No había estado todo el día con los chicos, estuve todo el tiempo encerrada en la habitación. Ahora me arrepiento, porque no siempre tenemos estos momentos, y si los tenemos son sin Justin.
Ahora mismo me estaba reprochando todo. Tengo que pasar más tiempo con ellos, aunque no me guste jugar al ping pon. Es la última semana que pasamos todos juntos y hay que disfrutar lo más que podamos. Y así fue como caí en un profundo sueño, pero con una gran sonrisa dibujada en mi rostro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario