martes, 24 de junio de 2014

I´ll Never Let You Go [15]

Capítulo quince.


-Comienzos-

Parecía que todo había sido un sueño. Quería despertar de esa pesadilla, esto no significaba que lo que había pasado con Justin era una pesadilla si no que era una pesadilla porque no podía estar con él. El no poder estar con él se me partía el alma. El no poder ser la primera persona que él vea al despertar o no ser la razón de sus canciones, el no tener sus besos ni sus caricias me hacía mal, tanto como físicamente y sentimentalmente me hacía mal.
Lo amaba y con todo mi corazón, pero la distancia me mata. Por más que me mude al lado de su casa lo nuestro no va a poder volver, no solo porque el ande de pareja con una cantante del momento, sino porque esa chispa que había entre nosotros se ha ido. O eso pienso yo.
Trate de sonreír, pero fue intento fallido, solo me salió una horrible mueca. Esos recuerdos siempre me invadían mi mente.
A veces me pongo a pensar que no es que lo siga amando si no que es como una “obsesión por una forma de decirlo. Lo amo tanto y no se si lo podré olvidar. Fue mi primer amor el único a que amé por primera vez. Él me enseñó amar. Dicen que el primer amor es inolvidable, ya que con él uno experimenta cosas nuevas nunca antes hechas. Uno si se pone a pensar esto tiene como un doble significado, pareciera como si dijera que vas a tener sexo o algo por el estilo. Pero en el amor no todo es sexo, porque en el verdadero amor no existe el sexo si no solamente amor. Amor es lo único que se refleja en una relación.
Tengo tana envidia hacia Selena, no porque sea famosa si no porque ella puede disfrutar de los besos de Justin mientras yo sigo llorando y pensando en una relación finalizada hace cuatro años. Lamentablemente tengo que serme realista, nunca volveré con Justin. Duele, pero tengo que aceptarlo por una buena vez y comenzar de nuevo con mi vida. Tengo que abrirme para tener nuevas oportunidades, a lo mejor allí encuentre a mi verdadero amor. Quién sabe a lo mejor podría estar a la vuelta de mi casa.
Largué una leve carcajada por mis pensamientos. Decidí dejar de pensar en esas cosas y comenzar mi nuevo día. Hoy comenzaba a mi cuenta regresiva para egresarme del colegio. Dentro de una semana iba a llevar puesta una túnica rosa y lanzar mi sombrero a lo alto junto con mis compañeros. Dentro de una semana iba a ser una chica independiente. Estas vacaciones iban a ser unas de las mejores sin dudarlo.
Me levanté de mi cama con un muy buen humor y me dirigí hacia mi baño para darme una ducha rápida. Luego de secarme todo el cuerpo y cambiarme con un short de jean azul claro tiro alto que me llegaba un dedo más arriba del ombligo, un top negro con palabras de todos los colores junto con una camisa blanca hasta los codos y mis infaltables Vans negras. Peiné mi largo y lacio cabello castaño. Dejé colocado el cepillo sobre mi escritorio junto a mi portátil, tomé mi bolso y bajé hacia el comedor para desayunar e irme rumbo al colegio.
Tomé una manzana que estaba sobre la mesa del comedor, para no llegar tarde al colegio.
-Christian estoy llegando tarde al colegio ¿te llevo o te vas solo? –Exclamé lo más fuerte para que me pueda oír mi hermano. Al no escuchar una respuesta pensé que a lo mejor se habrá dormido o ya se habrá ido. Sin más rodeos salí de mi casa y me subí a mi auto para irme rumbo al colegio.
Iba con la música lo más fuerte posible para comenzar bien la mañana. Sentí sonar mi celular, lo tomé entre mis manos y pasé mi dedo para desbloquearlos para escuchar la llamada entrante.
-Hola ¿quién habla? – Contesté
- Hola ________ soy yo Christian, ¿porque te fuiste sin mí? –Preguntó desde la otra línea. No estaba prestando atención al camino. Estaba más concentrada en el teléfono, mala idea.
-Perdón Chris, pero te llamé y no contestaste y no me digas que no porque grité por toda la casa. Hasta Mirtha lo vio o mejor dicho me escuchó. Mirtha era una de cuantas empleadas de la mansión de mis padres. Me estaba poniendo nerviosa, no puedo discutir y manejar a la misma vez. No sé en qué momento ni como tenía al dirigiéndose hacia mí a toda velocidad un camión de combustible. No tuve tiempo de hacer una maniobra para poder evitar el choque entre nosotros. Pegué un grito muy fuerte, el teléfono cayó hacia el piso de mi auto. Un fuerte bocinazo del camión inundó mis oídos. Después de eso sentí un peso enorme sobre mi frágil cuerpo. Lo único que llegué a escuchar fueron las sirenas de las ambulancias acercarse.
Estaba muerta. O al menos eso creía.
 

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