Capítulo veintiuno.
-¿Lo hiciste?-
-¡Christian! - Grité desesperada y alterada. Nunca me había visto de esta forma, o mejor dicho me encontraba en esta situación. El hecho de tener siempre a una amiga que me ayudara a vestir y maquillar antes de asistir a una fiesta, era lo mejor. Me ahorraba mucho tiempo. Para ser sincera. Pero lamentablemente era la única mujer en la mansión, eso creía.
Pude notar como la puerta de la habitación de huéspedes de Justin se abría de golpe. Lo único que hice en ese momento fue dar tres pasos hacia atrás, para chocar mi espalda con la suave y fría pared, haciendo que mi cuerpo se estremeciera por el frío tacto.
Era mi hermano. Pude ver en su rostro, lo preocupado que estaba. Eso hizo que me alarmara un poco. Él solo me dio una mirada que recorrió todo mi cuerpo. Comenzó desde la punta de mis pies hasta llegar por fin a mi cara. Me miró levantando una de sus cejas.
-¿Eso te vas a poner? – Pregunto el curioso de mi hermano. La verdad no venía nada de malo en mi vestuario. Llevaba puesto un top negro que dejaba ver todo mi vientre plano, acompañada con unos Jean del mismo color muy ceñido al cuerpo para ser verdad, uno par de tacos negros con pequeños detalles de color rojo vivo y mis infaltables orejas de gato colocadas en mi largo y castaño cabello. Se podría decir que me veía sexi, hasta me sentía sexi. Había planchado mi cabello y le había hecho unas pequeñas ondas en las puntas. Me había maquillado muy sencilla, muy poco para decir la verdad. Un poco de base, para tapar toda pequeña imperfección de mi rostro, pinté mis labios de un rojo fuerte, era un rojo pasión, un rojo deseable. Hacía resaltar mis labios bien formados. Había aplicado rimel en mis pestañas dándole volumen, había delineado mis ojos haciendo que resaltara mis grandes ojos verde esmeralda.
-Sí, esto me voy a poner. ¿Cual es tu problema?- Respondí a su pregunta, siendo cortante. Esto me estaba frustrando. Siempre preguntaba y criticaba lo que me ponía. No es que me moleste, pero es que la mayoría de las veces es para mal, no para bien. Pero nunca me importó lo que el pensara u opinara sobre mi vestimenta.
-No, nada. No tengo ningún problema solo que… - Estaba pensando que decir, se notaba que me quería decir algo, peor no se animaba.
-¿Solo que Christian?– Dije antes que dijera algo malo de mí.
- Nada, solo que te ves más sexi. Y eso es raro. ¿Tú no estarás tratando de seducir a Bieber, no? –Preguntó mi torpe hermano. ¿Seducir a Bieber? de donde había sacado eso. No quiero seducirlo, ni nada y menos quiero que piensen eso los chicos. Yo solo quiero estar bien y divertirme. Quiero olvidarme te todo, hacer como si nunca hubiera pasado nada. Quiero olvidarme de todo solo por esta noche. Solo eso, no tengo ninguna otra intensión. Si pasa algo esta noche con Justin, no me importa ni lo más mínimo, solo quiero disfrutar de todo.
-Chris ¿estas bien? No se solo digo. Bueno vamos al grano. Te llamé para que me ayudaras a pintarme unos bigotes de gato obviamente, en mi cara. – Dije, para luego darle un lápiz delineador. No lo dejé contestar solo le dí el lápiz para que me maquillara.
Lo guíe hacia la cama, me senté en ella y lo miré. Él estaba parado al frente mío. Levanté mi vista para que pudiera pintarme mejor.
{…}
Media hora más tarde yo me encontraba en mi habitación mirándome al espejo. Tenía que estar perfecta esta noche. Acomodé la bincha de orejas de gato sobre mi cabello. Analicé cada rincón de mi cuerpo y vestimenta para verificar que todo esté perfecto. Era una fiesta de Justin, era obvio que iba a ver mucha gente y la mayoría de ella serían famosos.
Tomé varias fotos y las subía a todas en Instagram y en Twitter .
#FelizHalloween #Fiesta Lista para esta noche
Publiqué mi tweet, para luego ver algunas de mis interacciones. Todas me decían que les gustaba mi disfraz, y eso me alegraba bastante.
Guardé mi celular en el bolsillo trasero de mi pantalón y me dirigí hacia el baño de mi habitación, para colocarme perfume en mis muñecas, en mi cuello y detrás de mis orejas. Dí una última vista hacia mi vestuario y decidí bajar.
Faltaba media hora para ser exacta. Estaba muy nerviosa, hoy iban a venir mucha gente y todos eran famosos. No me iba a sacar fotos, no quería parecer una desesperada ni nada por el estilo, solo iba actuar normal.
Bajé con mucho cuidado las escaleras, llevaba unos tacos de diez centímetros, no era tanto, pero bajar con ellos las escaleras era un peligro. Al llegar a planta baja, me dirigí hacia donde sería la fiesta. Primero pasé por el gran Living de la casa y vi sentados a todos los chicos en el sillón. Todos prestaban atención a un partido de baloncesto.
Fui hacia ellos y me senté junto con mi hermano.
Todas las miradas posaron sobre mí. Me sentía nerviosa, pude sentir como mis mejillas ardían. Seguro debía estar roja como un tomate. Nadie decía nada. Me había vestido más atrevida, me corrijo, me sentía más atrevida. Con el paso de los años se podía notar como mis pechos había crecido. Se podía decir que tenía un muy buen busto, era un poco más de lo normal que tenía. El pantalón que tenía puesto hacía resaltar mi trasero, dándole una buena forma. Mi cabello medio alborotado, no tanto me hacía ver más sexi. Pero sin duda lo que mejor me quedaba eran mis labios pintados de rojo pasión.
Nunca antes los chicos me habían visto vestida de esta forma, era como si hoy me hubiera revelado. Esta era la verdadera ______, estaba harta de vestir como una niña, si tenía buen cuerpo tendría que mostrarlo. Al fin y al cabo solo se vive una vez en la vida.
{…}
La música estaba muy fuerte. Me había tomado ya un par de tragos. Ni sabía que había pasado por mi garganta, solo sabía que era un trago muy fuerte que hacía que mi garganta se quemara.
No estaba en mis cinco sentidos, ni sabía con quien estaba bailando tan apegada. Pude sentir como alguien me llamaba. Levanté mi vista para encontrarme con esos ojos mieles, los cuales me habían enamorado alguna vez. Dejé de bailar con la persona que ni siquiera sabía que era. Todo el mundo había desaparecido para mí. Solo éramos él y yo.
Me tomo de la cintura con sus grandes y suaves manos haciendo que nuestros cuerpos chocaran. No podía pasar nada entre nosotros dos, ni el viento. Nuestros cuerpos formaban uno solo.
Desde ese momento, nuestras miradas no se había separado nunca igual que nosotros.
Ninguno de los dos estaba en sus cinco sentidos, con suerte yo llegaba a los dos sentidos, pero podía sentir como nuestras miradas reflejaban nuestro amor mutuo. Nuestro arrepentimiento por habernos separado. No sabía que hacer con exactitud. Quería besarlo, eso era poco quería comerme esos carnosos y tan apetecibles labios rosas. Sin darme cuenta nuestras miradas ya no eran hacia nuestros ojos, si no que eran hacia nuestros labios.
Podía sentir como los dos necesitábamos besarnos.
Poco a poco nuestros rostros se iban acercando cada vez más. Sentía su respiración chocar contra mis labios y de un momento a otro yo los había abierto para poder darle la bienvenida a esos labios. Chocaron inmediatamente, los dos encajaban como dos fichas de rompecabezas, nuestros labios habían pasado a formar uno solo. Al principio fue un beso de ternura, cariño, pero poco a poco pude notar como nuestro beso tan especial había tomado otro rumbo. Aquel beso tierno que expresaba amor hacia el otro, se había convertido en un beso de pasión, lujuria. Se notaba como los dos nos necesitábamos.
Había pasado una hora desde nuestro primer beso después de años, y todavía seguíamos besándonos. Era como si nuestras vidas dependieran de eso.
Sentí como sus manos bajaban cada vez más abajo, hasta llegar a mi trasero. Posó sus manos en ella, empujándome más sobre él. Pude sentir su excitación entre mis piernas, eso había hecho que soltara un leve gemido en sus labios. Una sonrisa se formó en sus labios. Me sentí deseada por un momento.
Sentía como nuestros cuerpo pedían a grito que avanzáramos. Los besos ya eran insuficientes en nosotros. Nuestros cuerpos pedía otra cosa, pedía que los dos estuviéramos juntos en todos los sentidos. Nosotros queríamos pasar a otro nivel.
Íbamos de la mano hacia un habitación, para poder tener un poco más de privacidad. Entramos hacia el cuarto de Justin. Tenía una cama matrimonial de color crema con un acolchado azul, eso no importaba en ese momento.
Apenas cerró la puerta de la habitación, volvimos a besarlos, pero más salvaje. El beso se entornó un poco más caliente. Me encontraba recostada en la cama, arriba mío estaba Justin devorando mis labios. Esto era lo que había soñado toda mi vida, y se estaba por cumplir.
Sus besos iban bajando por mi cuello. Dejó varias marcas en él, para luego bajar hacia el escote de mi top. Me dio una leve mirada, por su rostro pasó una sonrisa traviesa. Sabía lo que se venía. Sacó mi top haciendo que quedara desnuda de la parte de mi torso. Pude notar como en sus ojos como miraba mis senos con deseo. Tomó uno de ellos para llevárselo hacia su boca, mientras con su otra mano masajeaba levemente el otro. Esto se sentía tan bien. Varios gemidos se escapaban por mi boca haciendo que mi cabeza cayera hacia atrás. Sus besos seguían bajando por todo mi abdomen hasta llegar hacia mi Jean. Dio una leve mirada, pidiéndome permiso, yo solo asentí con una sonrisa. Desprendió el botón de mi pantalón y bajó el cierre, para luego deslizarlo por mis piernas y tirarlo en algún lado de la habitación. Bajó con cuidado mis bragas negras, para luego arrojarlas a la oscuridad. Yo mantenía mis piernas cerrada, no quería que haga eso, no ahora. Le di un leve empujón haciendo que yo quedara encima de él.
Comencé a repartid besos por todo su rostro hasta llegar a su cuelo, donde allí dejé leves marcar rojas que mañana serían moradas. Tomé su remera blanca para sacársela y tirarla. Vi sus abdominales, inconscientemente mordí mi labio inferior. Pude notar como una sonrisa con picardía se asomaba por su bello rostro. Besé todo su torso hasta llegar a sus pantalones. Donde allí bajé su cremallera con cierto nerviosismo y ansiedad a la misma vez.
Pude notar su erección bajo su ropa interior, donde se los saqué.
Nunca en mi vida me había sentido tan nerviosa como esa vez. No sabía si tomar su miembro o no. No era mi primera vez, por lo tanto decidí mostrar como era verdaderamente yo.
Introducí su miembro dentro de mi boca, comencé a darle leves masajes con mi mano y meterlo una y otra vez en mi boca. Pude escuchar sus gemidos de placer adueñarse en toda la habitación. Eso significaba que lo estaba haciendo bien.
-Nena, córrete que voy acabar. –Escuche a Justin. Pero no hice caso omiso y seguí metiendo su miembro en mi boca.
Sentí como un líquido espeso sobre mi lengua. No dije nada y me lo tragué, ya que Justin me lo había advertido anterior mente.
-No debiste hacerlo, _____ no hacía falta que te lo tragaras – Comentó con una sonrisa en su rostro.
-No importa, yo quería hacerlo. – Le respondí. Para luego sentarme sobre sus piernas y comenzar con nuestra sesión de besos.
Sentía entre mi intimidad su miembro, y eso me hacía soltar leves gemidos.
Vi como estiraba la mano hacia la mesa de noche para tomar un paquete plateado de él. Solo me miro con una de sus típicas sonrisas que me mataba, para luego hablarme.
-¿Quieres ponerlo tú? – Me dijo en mi oído con su voz ronca, que tanto amaba. Yo solo tomé el paquete y lo abrí con mis dientes. Tomé el contenido que tenía dentro para luego colocarlo como se debía sobre su miembro.
Me tomó de las caderas y me tiró con mucho cuidado sobre la cama. Me miró directamente a los ojos y sentí como entraba en mí lentamente, haciendo que se escaparan gemidos de mi boca. No eran de dolor, si no de placer.
La paredes se iban cerrando cada vez más, estaba llegando al final. Pude notar como ex novio y actual mejor amigo gritaba mi nombre haciéndome saber que también había llegado al clímax.
-_______ - Gritó Justin en toda la habitación con su voz agitada. Esto había sido lo magnífico.
-Justin – Devolví el grito. Vi como se acostaba junto a mí y me tapaba con una de sus cremas sábanas. Depositó un dulce beso en mis labios para luego caer en un profundo y pesado sueño.
Era algo inexplicable lo que había sentido. No era mi primera vez, ya la había tenido hace un año atrás en una fiesta, lo cual me arrepiento. Las únicas culpables de eso fueron las copas de más que había ingerido ese día. Había hecho que tuviera algo que no sabía que era. No estaba en mis cinco sentidos.
Con Justin fue lo mejor que me ha pasado en mi vida. Nunca me había sentido de esta forma, estaba feliz, ansiosa, contenta y nerviosa. Por más que esta noche tampoco estuve en mis cinco sentidos, no me arrepiento de nada.
Sé que mañana los dos despertaremos con un dolor enorme en la cabeza y al despertar y ver nuestra compañía que tenemos al lado no va a ser lo mejor, yo se que él tampoco se va arrepentir. Podía notar en sus ojos que él lo deseaba y que sabía lo que estaba haciendo.
La verdad no sé con que cara voy a mirarlo mañana y el resto de las tres o cuatro semanas. Sé que va a ser muy incómodo, pero tarde o temprano vamos a tener que hablar sobre lo que hicimos. Va a ser muy vergonzoso, no entiendo que hice. No es que me arrepienta, pero no quiero arruinar nuestra amistad por haber tomado un par de copas de más. Nos dejamos llevar los dos juntos. No hay nadie a quien culpar. Lo deseábamos juntos y lo hicimos.
{…}
Sentía calor en mi cuerpo. Hacía mucho calor, estaba acalorada. Decidí levantarme, pero tenía un brazo que rodeaba mi cintura. Lo saqué lentamente sin que se diera cuenta, tomé mi ropa y me vestí. Para luego salir con mucho silencio de la habitación.
Rezaba a todos los dioses para que cuando saliera del cuarto no me encontrara con nadie. Y así fue. No había nadie. Seguramente todos estaban dormidos. Me dirigí hacia mi habitación y entré.
Tomé mi móvil para ver que hora era. Diez y media de la mañana. Tuve suerte de haberme despertado tan temprano para largarme o mejor dicho escaparme de esa habitación.
Si los dos habíamos estado borrachos o mejor dicho él estaba muy pasado de copas no recordaría nada de lo que pasó. Iba hacer de cuenta que no pasó nada, hasta que él lo recuerde y ahí tengamos que hablar.
Entre a Twitter y a Facebook para ver las nuevas novedades, pero no encontré nada interesante. Entonces decidí tomarme un baño. Solo para relajarme y estar más fresca.
Tres de la tarde y aún no había ningún rastro de vida en esta casa. Estaba muy aburrida y aquellos no se levantaban.
Tenía ganas de ir a sus cuartos y tirarles un vaso de agua para que se despertaran, pero no era mi casa. Así que decidí ir a nadar un rato en la piscina. Tomé un traje de baño, consistía en dos piezas, la parte de arriba era retorcida de color verde agua con lunares azules y la parte de abajo era verde con lunares azules. Tomé mis lentes de sol y el toallón para bajar al patio.
Pasé toda la tarde tomando sol y nadando. Los chicos se habían levantado solo para cenar. Cenamos todos juntos como si nunca hubiera pasado nada. Todos tenían un dolor de cabeza, por lo cual yo tuve que darles una pastilla de las que tomo cuando bebo.
Como a todos les dolían la cabeza suponía que nadie se acordaba de lo que había pasado la noche anterior. Suponía bien.
Nos quedamos hasta tarde viendo películas y riendo, como en los viejos tiempos. Me sentía cansada, mis párpados pesaban cada vez más, ya no podía estar despierta. Me despedí de todos, para luego dirigirme hacia mi cuarto y dormir. Me puse mi pijama, para luego caer en un profundo y confortable sueño.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario